viernes, 13 de marzo de 2020

ENTRE OROS Y ESPEJOS

Jorge Miguel Cocom Pech

A mi padre don Miguel Cocom Vivas y a Anita Gutiérrez Montero.

No, no vengo a presenciar la entrega de oros y jades
a cambio del hechizo radiante del engaño.
Si quiero mirar mi rostro,
¡básteme lavarme la cara con el agua de mis sueños!

Los sueños no mienten.
Son el código fugaz de un torrente de vida.
Visitas esporádicas de imágenes y voces,
espectros que vuelven por las noches
entre la espesa lobreguez de la memoria
carcomida a diario por el olvido.

No, no vengo a presenciar la entrega del tributo con las manos llenas de plumas y flores.
Que los ojos vivos de mis arbustos y hierbas olorosas,
que la voluta de copal
y la sarta de pétalos con perfume,
no la merecen tus manos ensangrentadas,
ni tus ojos que codician con morbo los muslos de mi Tierra.

No, no vengo a presenciar la entrega de alhajas y piedras preciosas.
Que el tesoro más estimado de un hombre,
no está en lo que muestran sus manos,
sino en lo que atesora su corazón dispuesto para otros,
joyel elocuente de su nobleza,
atuendo discreto de su virtud.

No, no vengo a presidir la entrega de mi patria,
a cambio de ídolos y cruces,
artificio de la astucia,
invento para el atraco a incautos y a débiles de espíritu,
a quienes Dioses y sacerdotes,
ayer, como hoy,
la despojan de su identidad originaria.

Vengo con al alma henchida de coraje,
y entre esta multitud de vasallos de la resignación,
entenados del miedo,
hijos legítimos de la cobardía y la servidumbre en todos los tiempos,
he aquí
que mis manos se endurecen y mi espíritu irredento
se prepara para recibir el acoso de tu avaricia,
oculta en tu silencio,
en tanto que los obsequios de mi señor Tlatoani,
alertan a los rotos bolsillos de tu insaciable codicia.

Hoy y aquí,
desde mi anónima presencia,
una más, entre otras,
vengo dispuesto a resistir al espejismo de tus promesas,
armado con el baluarte de mis rodelas y mis cuchillos de obsidiana
escudo  a tus pretensiones que se esconden en la turbiedad de tu yelmo
y de tu toga franciscana.

No, no puedo ser el embajador del cobarde que te confunde con los Dioses,
deidades que nos prometieron el retorno de sus calendarios y milagrerías,
mientras que,
en ceremonias de sacrificio,
despiadado testimonio de atadura inútil a creencias,
ayer, como hoy,
se escribe con sangre, oros y espejos
el código opresor de la conquista que aún
no termina.

Texto leído el 12 de diciembre de 2008, en el sitio arqueológico de Cempoala al commemorarse el el 500 Aniversario del Encuentro entre los Embajadores de Moctezuma y Hernán Cortes en sitio arqueológico de Cempoala, Veracruz.

Poema del libro "El despertar del alba", registrado en 2014 ante Indeautor.

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